Seguimos tres perros sin techo por las calles de Estambul. No tienen rumbo, deambulan por la ciudad como si fuera suya, no tienen ninguna prohibición. Nosotros de la mano de Elisabeth Lo, la directora del film, nos dejamos guiar por la ciudad, recorremos parajes hundidos y calles repletas de gente. Su día a día no se ve afectado por los sucesos políticos ni sociales, se juntan con otros perros momentáneamente, a pesar de que mayoritariamente son solitarios y siguen su camino. El punto de vista nos hace centrarnos en todo el mundo y todo aquello que está a la altura de la vista de los perros. Inevitablemente, los solitarios amos de la ciudad se acaban juntando con las únicas personas que cruzan miradas y espacio, los sin techo de la ciudad aparecen como compañeros de estos perros, separándolos en disputas y compartiendo la comida.
El seguimiento de los protagonistas a su altura, hace que sea un documental estrictamente observacional con un marcado punto de vista. El montaje y algunas frases de filósofos que se van intercalando, nos sirven de contrapunto, contexto y visión subjetiva sobre un metraje con la mínima intervención. Elisabeth Lo ha reducido horas y horas de metraje en un largometraje de poco más de una hora, que sugiere y atrae a partes iguales.