El debutante Cooper Raiff escribe, dirige, produce, edita y protagoniza Shithouse, película ganadora del gran premio del jurado en el pasado SXSW Film festival. Fiestas, romances, inseguridades, redes sociales… Raiff condensa en hora y media la vida universitaria americana que comprende, desde las fiestas más locas de Desmadre a la Americana de John Landis, a las largas conversaciones existencialistas y sobre el sentido de la vida de Amor y letras de Josh Radnor.
Con ecos del Richard Linklater más romántico y reflexivo, Cooper Raiff centra la trama de Shithouse en la incipiente relación que se establece entre Alex, un joven tímido y retraído, y Maggie, una misteriosa universitaria con ganas de conectar, por unas horas, con otro ser humano. Pero, lejos de ofrecernos una sobredosis de azúcar, el director y guionista estadounidense apuesta por crear un romance agridulce y ambivalente. Una aventura que responde a la intensidad y la celeridad con la que se viven las experiencias en la primera mitad de la veintena. Lo que cuenta es el aquí y el ahora.
Dylan Gelula, habitual del festival Americana (Her Smell, Support de Girls) ofrece una interpretación llena de matices, dando vida a esa chica que se considera madura en su inmadurez y se jacta de tener, falsamente, un corazón de piedra. Cooper Raiff le da la réplica de un modo convincente en su faceta actoral. Mención a los actores secundarios, Amy Landecker (Transparent) y Logan Miller (Take me to the River), que interpretan a la madre del protagonista y a su compañero de habitación, respectivamente, y ofrecen refrescantes y novedosas capas y tramas (la difícil convivencia entre compañeros; el desarraigo con la familia en la adultez) a la historia principal.
Simpática y cercana, Shithouse se configura como una de las películas más frescas de Americana; una ópera prima que permite vislumbrar a Cooper Raiff como un nuevo talento del cine indie que ya cuenta con el apoyo de la industria, la prensa y el público estadounidense. Un diamante en bruto. Premiere española.