
23 maig Sangre fácil – De lo absurdo y lo trágico
Los primeros años de la década de los ochenta supusieron un periodo crítico para el cine indie americano. Tras la muerte de John Cassavettes y el silencio de muchos directores emblemáticos, pocos supieron aprovechar dicha etapa de indecisión para hacerse conocer a través de los festivales que permanecían alejados de la industria de Hollywood. Fue el caso de Ethan y Joel Coen que, junto con Jim Jarmusch, triunfaron en el Festival de Sundance de 1985. Sangre fácil, la carta de presentación de los hermanos Coen, fue galardonada con el Gran Premio del Jurado; reconocimiento que continuó al año siguiente con dos Independent Spirit Awards y le abrió las puertas del Festival de Cannes.
La opera prima de los Coen es un peculiar homenaje al cine negro desarrollado en escenarios nocturnos iluminados con parpadeantes luces de neón, mosquiteras eléctricas o faros de vehículos en carreteras abandonadas. Se trata de la clásica historia de un triángulo amoroso con múltiples giros argumentales que acaban provocando una absurda matanza. Sangre fácil pone de manifiesto los lugares comunes que se repiten en toda la filmografía de Ethan y Joen Coen. Una trama accidental cuyo elemento principal es la lucha del personaje contra la circunstancia. Desde un hombre que sólo quiere formar una familia en Arizona baby, el marido de Fargo que secuestra a su mujer con el único propósito de ganar dinero fácil, Lebowsky intentado recuperar su alfombra, hasta el más reciente Llewyn Davis cuyo sueño continuamente frustrado es vivir de la música. La reinvención de los géneros es su terreno fuerte puesto que llevan la fatalidad a tal extremo que es imposible no considerar sus largometrajes como auténticas piezas cómica. La trascendencia de Sangre fácil ha sido tan evidente en la Historia del cine que en 2009 Zhang Yimou hizo su propio remake titulado Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos.