Crónica del 5º Festival Americana

Finalizó la quinta edición del festival Americana, con la presencia del director Alex Ross Perry y más de 30 películas de cine independiente norteamericano. El festival avanza con paso firme y ya se ha hecho un hueco entre los eventos cinematográficos de la ciudad, tanto que se atreven a abrirse a otras ciudades, como San Sebastián, Madrid y Valencia, entre otras, lo que demuestra el gran trabajo que hace gente como Xavier Lezcano, Josep María Machado, directores del festival o Mar Canet, productora. El director invitado de este año ha sido Alex Ross Perry, firmante de Listen Up Philip y The Color Wheel, que vino a presentar su último trabajo, Golden Exits, además de recibir el honor de una retrospectiva completa en la Filmoteca de Catalunya.

El lunes, día 5, empezó el festival de manera oficiosa con una previa en la que se proyectó la citada Golden Exits, en una sala privada del hotel Soho, de Barcelona. Un pase exclusivo para periodistas y algunos elegidos, que compartimos con el director de la Filmoteca, Esteve Riambau. Ross Perry incide en sus historias donde los personajes son lo más importante, en este caso un grupo de treintañeros sufren, con la llegada de una joven extranjera, una convulsión que removerá los cimientos de sus relaciones. Después del pase, los co-directores del festival, Lezcano y Machado, presentaron al director de Queen of Earth, quién no tenía muchas ganas de discursos y prefirió pasar directamente a la sala de prensa.

El martes, día 6, se dio la salida con la inauguración oficial en el cine Phenomena. El certamen se presentó como la 5ª edición del único festival indie del sur de Europa, como dijo el presentador, Oriol de Balanzó, donde se seleccionan las mejores pelis indies, las mejores primeras pelis y los talentos emergentes. Además, el festival organiza diversas actividades paralelas, mesas redondas, pases de cortos y, para los más jóvenes, un mini taller de realización en la escuela La Casa del Cine. En definitiva, 31 largometrajes entre ficción y documental divididos en tres secciones, además de la retrospectiva en la Filmoteca y las sesiones gratuitas de Movistar.

Con apoyo del público y de los patrocinadores, con los invitados especiales de Movistar, el cónsul de EE.UU. y el concejal del Ajuntament, Juanjo Puigcorbé, la sala se llenó para ver Gook, de Justin Chon, una película ambientada en los disturbios de Los Ángeles de 1992. Película de factura realista, que busca denunciar una situación que se mantiene en el tiempo. Historia bien construida, con excelentes interpretaciones, sobre todo la de la niña protagonista, Simone Baker, que abre la veda para las películas con niños, porque de las nueve películas de la sección Next, donde se presenta, según Balanzó, lo mejor del más indie del indie, cinco tienen a niños en sus papeles principales, lo que da un punto más de valentía a estas producciones alejadas de los canales principales de la industria.

El miércoles, día 7, por la mañana, se celebró una mesa redonda con un aspecto de la industria menos artístico, pero imprescindible para mostrar una película. Cuatro expertas de la promoción responden a las preguntas de profesionales y aficionados en la sesión Comunicación integral de festivales de cine.

 Y por la tarde, The american way, conversación en la sede de la SGAE con los realizadores Alex Ross Perry y Carles Marques-Marcet, en la que tuvimos ocasión de preguntarles por la técnica que utilizan en su trabajo con actores y actrices. Alex Ross Perry nos explicó que su sistema se basaba en la confianza hacia unos profesionales a los que elige por sus trabajos previos, con lo que le supone una apuesta segura. En palabras del cineasta, Ross Perry busca a buenos actores a los que pagar el mínimo sindical. Reconoce que no ensaya mucho, (en las pausas en el plató) y que lo suyo es confiar, confío en los actores, porque ya me gustan de antes. Y sobre si precisa de muchas tomas hasta estar satisfecho, dice que no, que le gusta la espontaneidad y que tiene bastante con cinco o seis tomas. Por su parte, Carles Marques-Marcet, director de la exitosa 10.000 KM y con la reciente Tierra firme a pleno rendimiento, nos comentó que ensaya mucho y que le gusta hacer muchas tomas, porque luego el actor se olvida y se relaja y sale bien. Considera que hay una línea de intensidad alta, que luego baja y luego vuelve a subir y ese momento es el que cree ideal para conseguir lo que busca en un intérprete. También le gusta hacer muchas preguntas a los actores.

Alex Ross Perry nos confesó que no tenía una compañía de producción propia y que, para Golden Exits, pidió un 20% del presupuesto a cinco empresas diferentes y que le sorprendía ver la cantidad de logotipos que se suceden sin parar en los créditos iniciales de las películas europeas. Carles Marques-Marcet se quejó de la burocracia que hace gastar dinero inútilmente y que obliga a inflar el presupuesto para superarla. Nos desveló que sus actores, muchas veces, han sido amigos que traen a amigos y que en su última película consiguió a Geraldine Chaplin gracias a la participación inicial de su hija, Oona Chaplin.

Y por la noche entramos en materia. El cine Girona a tope. Primero con las acreditaciones de profesionales y las del jurado, formado por alumnos de la escuela La Casa del Cine, que serían los encargados de escoger a la mejor película de entre las nueve de la sección Next.

Como cada año, las voluntarias y voluntarios se encargan de que todo fluya y que no se noten las carencias achacables al tamaño del evento que, de seguir en esta línea de calidad, aumentará inevitablemente.

Desde la noche del miércoles hasta la del domingo vivimos del mejor cine independiente USA.

De la violencia racial de Gook, enquistada en el tiempo y el espacio, otro niño sufre una violencia similar, aunque basada en la pobreza, en Dayveon, de Amman Abbasi¸ su primer largometraje, en el que se esfuerza en explicar una historia de pobreza y violencia ya vista en otras películas, pero dando importancia a la simbología para conseguir un toque personal. La necesidad de referentes emocionales nos convierte en simples miembros de un enjambre de abejas, donde, al menos, conseguimos sentirnos parte de algo, pero donde nuestra personalidad se diluye hasta desaparecer.

Sin embargo, en Saturday Church, de Damon Cardasis, el descubrimiento de la identidad sexual y la violencia de género no impiden que el niño de demuestre una personalidad fuerte, que no necesita diluirse en ningún grupo. Es el primer largometraje del director que nos acerca a los problemas de orientación sexual en la adolescencia, buscando alejarse de los tópicos con cierta originalidad formal. El niño protagonista sufre el desprecio religioso de su tía, mientras su madre debe trabajar para sacar la familia adelante. Ni su hermano pequeño, ni sus compañeros, ni su propia madre le comprenden. Al final, esa comprensión solo vendrá de parte de varias prostitutas transexuales.

Pero existe otro tipo de violencia, que no proviene del racismo, ni de la orientación sexual, como la que sufre el niño de Flesh and Blood, de Mark Webber, debido a una familia desestructurada por las drogas, pero con un enfoque positivo en el que su hermano y su madre se esfuerzan por salir adelante y crearle un entorno afectivo equilibrado. Sin duda la película es un gran retrato personal del director, en el que consigue plasmar una mezcla de realidad y ficción en la que los actores y actrices se interpretan a sí mismos.

La quinta versión de niños con problemas aborda la violencia familiar, donde nada es lo que parece. The Strange Ones, de Christopher Radcliff y Lauren Wolkstein, es el primer largometraje de los directores, en el que nos presentan la historia de un niño y su hermano viajando a través del país, mientras huyen de un oscuro secreto. Película cinematográfica en la más amplia acepción del término, siguiendo la máxima de que no es lo que cuentas, sino cómo lo cuentas. Mediante la manipulación del tiempo fílmico a través del montaje, omitiendo información de manera selectiva y aprovechando la fotogenia (y la voz) del joven protagonista James Freedson-Jackson, consiguen meter al espectador en la misma confusión que sufre el personaje.

Las otras temáticas de la sección Next, abandonan los niños y nos muestran dos películas fantásticas y dos realistas.

The Endless, de Justin Benson y Aaron Moorhead, otra pareja de directores-actores que construyen la historia de dos hermanos que huyeron de una secta y que, al cabo de los años, reciben una cinta de video en la que les comunican que se producirá un suicidio colectivo. Con cita inicial de H.P. Lovecraft sobre el miedo y su arraigo en el subconsciente humano, es una ambiciosa película que no tiene problema en tratar elementos propios de las grandes producciones, aprovechando las posibilidades técnicas actuales. El cine fantástico no es habitual del bajo presupuesto, debido a las limitaciones para mostrar situaciones ajenas a la cotidianidad, pero Benson y Moorhead demuestran que con imaginación y la actual facilidad de acceso a la tecnología, convierten la creación de nuevos mundos en una cuestión de querer hacerlo.

Sylvio, de Kentucker Audley y Albert Birney. Directores-actores que nos cuentan la historia de un gorila humano que se convierte en una estrella de la TV al confundirle con un artista rompedor. Muy curiosa película sobre el gorila que se cansó de hacer el mono. Sylvio Bernardi, el gorila, aparece acreditado como protagonista principal. Sin duda la más original de la sección Next. Solo una película independiente podría llevar adelante semejante argumento. Original, sencilla e inclasificable, capaz de mantener el interés hasta el final.

Y el realismo ajeno a los problemas sociales nos adentra en un grupo de artistas especializados en la técnica de la improvisación, unidos e inseparables hasta que el éxito se acerca a uno de ellos y la fuerza del grupo se tambalea en una especie de divide y vencerás. Don’t Think Twice (No lo pienses), de Mike Birbiglia, es un excelente trabajo de interpretación de un grupo de actores y actrices y sus problemas con la fama.

Y también hay espacio para otro tipo de realismo, el psicótico, también sobre la vida de un actor, aunque este está totalmente desequilibrado en la búsqueda de sí mismo. Es Lemon, de Janicza Bravo, primer largometraje de la directora, basado completamente en el intento de ser original en la descripción del protagonista, consiguiendo un curioso e interesante ejercicio de dirección.

Y llegó el final el domingo, día 11. Con los últimos espectadores saliendo del cine a medianoche, satisfechos por lo que habían visto y ajenos a lo que todavía faltaba. A su alrededor, los voluntarios se daban prisa en recopilar los votos del público para establecer una clasificación oficial. Una buena idea la de proporcionar a los espectadores un folleto con el que valorar cada película a la salida de la proyección. Es una manera de agradecer su asistencia y de hacerles partícipes de la fiesta del cine.

La película mejor valorada por el público ha sido Jane, de Brett Morgen, director de documentales sobre los Rolling Stones o Kurt Kobain, en la que retrata el trabajo de Jane Godall, que pasó varias décadas estudiando a chimpancés en África. El autor se vale del trabajo ya conocido de Godall y de nuevo metraje encontrado recientemente en los almacenes de National Geographic.

Y después de seis días de proyecciones, eventos, mesas redondas, clases y múltiples conversaciones sobre el cine y los que lo hacen posible, parecía que ya solo quedaba felicitarse por el buen trabajo realizado, pero no, todavía quedaba un reducido grupo de cinéfilos y cinéfilas quienes, inasequibles al desaliento, se habían congregado en un bar cercano, urdiendo un debate del que saldría la película ganadora del 5º American Film Festival, de entre las englobadas en la sección Next.

Allí pudimos verlos, ajenos a todo y solo preocupados de ser lo más honestos posible ante la imposibilidad de impartir justicia en un acto siempre injusto, como es el de elegir la mejor entre las mejores. Pero cumplieron con su deber. Después de que cada jurado expresara su postura sobre las nueve películas a concurso, los portavoces procedieron a entregar el nombre de la ganadora: Flesh and Blood, de Mark Webber, “por la honestidad de una propuesta que transita la delgada línea entre la realidad y ficción. Genuina, sin juicios de valor ni estereotipos”.

Emocionante colofón para un festival cada año más asentado y al que le auguramos un futuro de éxito.