Money Monster

El nuevo film de la actriz y directora Jodie Foster nos expone la difícil situación en la que se ven involucrados Lee Gates, el extravagante presentador del programa financiero Money Monster, y Patty Fenn, la productora del mismo. Ambos tienen que afrontar la ira de un joven accionista, que a punta de pistola y con detonador en mano interrumpe la emisión en directo del programa para que públicamente se destape la red de mentiras detrás del error informático que hizo caer en picado el valor de sus acciones.

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Cinco años después del desastre en taquilla de El castor y decidida a embarcarse plenamente en la dirección, Foster saca a relucir sus dotes como directora en un thriller que logra mantener la atención y el interés en un constante juego sobre quién tiene el control de la situación. George Clooney y Julia Roberts vuelven a mostrar la química que no veíamos desde la segunda entrega de la trilogía Oceans de Soderbergh, y en esta ocasión, él se lleva toda la atención. No podemos decir lo mismo de Jack O’Connell que parece estar encasillado en un tipo de personaje lleno de ira e inestable como el de Convicto y que simplemente sigue en su linea, a la sombra del veterano Clooney que se atreve con todo.

A lo largo del film relucen dos ejes principales que mueven los engranajes de toda la trama, por un lado tenemos la venganza que quiere llevar a cabo el personaje de O’Conell destapando el velo que cubre la verdad y por otro lado la firme voluntad de la productora de hacer un programa que vaya más allá del mero espectáculo. Es muy interesante como se refleja en Julia Roberts la intención que tiene Foster desde dirección de querer hacer algo relevante, que no sea simplemente entretenimiento, hay un enfoque con una reflexión evidente sorbe la función de los informativos y la frialdad o enajenación con que la audiencia lo observa. Mientras el presentador llega a vivir una experiencia que le cambiará de por vida y se inmiscuye en un proceso angustioso hacia la intimidad con el secuestrador, la gente que en el bar juega al futbolín o la que se ha parado en un escaparate para seguir los acontecimientos pasará a ser una anécdota más que terminaran olvidando.

Resulta un film muy apetecible y entretenido aunque carece del espíritu de aquello que quiere mostrarnos, su voluntad de instaurar una crítica entorno al entretenimiento y los medios públicos descubre la verdadera realidad el propio film: es mero entretenimiento. Voluntaria o involuntariamente, la acción y la trama nos hacen pasar muy rápido los 98 minutos de duración pero se queda corta en intención.