
21 Dec 5 JOYAS AMERICANAS: AÑOS 40
“Pensamos demasiado, sentimos muy poco”
-El Gran Dictador-
La década de los 40 viene marcada por el gran conflicto bélico del siglo XX, la 2ª Guerra Mundial. El genial Chaplin ya nos ofreció un alegato demoledor en contra de unos de los mayores males de la historia de la humanidad, el nazismo. Otro sin sentido más que añadir a nuestros “méritos” como humanos.
Una guerra no deja nada bueno salvo, tal vez, un puñado de grandes películas como Los mejores años de nuestra vida, Tiempo de amar, tiempo de morir o La lista de Schindler entre otras.
En el inicio de la década encontramos el mítico discurso de Winston Churchill y su famoso “Sangre, sudor y lágrimas”. Casi todos los sucesos acontecidos en ella son de carácter bélico. Así tenemos, la Batalla de Midway, el Africa Korps, la Batalla de Inglaterra, la terrible Batalla de Stalingrado, la Batalla de Normandía, Iwo Jima … o el famoso bombardeo a Pearl Harbor.
El mundo está en un permanente estado de agitación desembocando en uno de los mayores crímenes de la humanidad, Hiroshima y Nagasaki.
Cabe destacar dos muertes muy diferentes, una feliz, el suicidio del Adolf Hitler y una trágica como el asesinato de Gandhi.
¿Algo bueno tuvieron los cuarenta? Mmm, poco. Destacable sería la Declaración de los Derechos Humanos, el discutido Plan Marshall, los Juicios de Núremberg, la creación de la Unesco o aparición de la novela 1984 de George Orwell.
¿Y en el Cine? Los 40 en cambio, son clave. El cine se hace adulto, se moderniza. La aparición de la figura de Orson Welles y su Ciudadano Kane es uno de los puntos de inflexión de su historia.
La guerra es palpable y el discurso anti nazi es un argumento muy socorrido entre las muchas producciones de Hollywood. Otro punto clave en el devenir de la industria es la incorporación de directores europeos al cine americano. Así tenemos grandes nombres como Fritz Lang, Max Ophüls, Jean Renoir, Douglas Sirk, Billy Wilder o Alfred Hitchcock entre otros.
Varias obras maestras incontestables surgen en esta década. Perdición (Wilder), Pasión de los fuertes (Ford), Carta de una desconocida (Ophüls), La mujer pantera (Tourneur), La mujer del cuadro (Lang), El cuarto mandamiento (Welles) o Casablanca (Curtiz) son títulos marcados a fuego que siempre estarán entre las mejores.
Pero ahora toca buscar aquella joya oculta. Y para ello nos adentramos en un mundo único de luces y sombras, de ágiles y directos diálogos, de femmes fatales… en los años 40.
PURSUED (PERSEGUIDO) 1947
Director: Raoul Walsh
Guión: Niven Busch
Reparto: Robert Mitchum, Teresa Wright, Judith Anderson, Dean Jagger
Lo primero dejarlo claro, Raoul Walsh es uno de los más grandes. Está en el Top Ten de los mejores directores que han existido. Es posiblemente el más vigoroso de todos ellos. Su sentido del ritmo y acción es sencillamente magistral. Del club “del parche en el ojo” como Ford, Lang o Ray, en cuanto veáis su nombre en la dirección lanzaros en cuerpo y alma.
Pursued es otro de los grandes títulos de su filmografía. Un western atípico muy cercano al cine negro. Sobresaliente estudio de los personajes y de la luz con una magnífica fotografía en blanco y negro de James Wong Howe. La fuerza de las imágenes de Walsh se mezcla con otras características del noir, como sus recurridos flashbacks y la voz en off.
Y como no, Robert Mitchum, ¡qué presencia! Con esa pasmosa indiferencia que le hace ser uno de los más grandes. En esta ocasión muy bien acompañado de esa excelente actriz que fue Teresa Wright. Como secundaria Judith Anderson, la inolvidable ama de llaves de Rebeca.
Sin duda, lo mejor de las películas de Walsh es su intensidad. Desde su primer minuto no da tregua alguna. En cierta parte me recuerda a un tema de Ramones, intensos y concentrados, tres minutos de puro ritmo. El cine de Raoul Walsh es puro rock and roll, y Pursued una joya maestra.
HANGOVER SQUARE (CONCIERTO MACABRO) 1945
Director: John Brahm
Guión: Barré Lyndon -Novela: Patrick Hamilton-
Reparto: Laird Cregar, Linda Darnell, George Sanders, Glenn Langan
Merece la pena pararse en este nombre, John Brahm. Seguro que para la inmensa mayoría no les dice nada. No le conocen. Una verdadera lástima.
Este director iba para autor de culto, en la década delos setenta tuvo su momento de reconocimiento entre cierta parte de la crítica, pero lamentablemente ahí se quedó. En estos últimos años, poco a poco su figura empieza a resurgir.
Exiliado del nazismo como otros tantos, este alemán dirigió un buen puñado de películas algunas tan magníficas como The Lodger (Jack el destripador. 1944) o The Locket (La Huella de un Recuerdo.1946) otras dos joyas que añadir a la década de los 40.
John Brahm siempre estará asociado al cine B, pero del bueno. Como en esta excelente Hangover Square, tan “hitchcockiana” como las anteriores citadas. Historia con una opresiva atmósfera, rodada de manera ejemplar y con unos movimientos de cámara sorprendentes. De gran ayuda es la gran fotografía de Joseph LaShelle y la estupenda música de Bernard Herrmann.
En el aspecto interpretativo la guapísima Linda Darnell, el siempre sobrio George Sanders y como principal Laird Cregar, un actor especial que vio truncada su carrera de manera inesperada. El actor adelgazó más de cuarenta kilos para este papel. Una dieta brutal que le pasó factura falleciendo poco después. Y es aquí donde comienza la “maldición” de Hangover Square. Linda Darnell y George Sanders también fallecieron de forma trágica, la primera en un incendio (la espeluznante escena de la hoguera de esta película es un presagio macabro) y Sanders se suicidó en un hotel de Casteldefells.
Por momentos macabra y onírica, Hangover Square es pura delicia de realización con escenas antológicas como su asombroso final. Otra joya.
T-MEN (La Brigada Suicida) 1947
Director: Anthony Mann
Guión: John C. Higgins -Historia: Virginia Kellogg-
Reparto: Dennis O´Keefe, Mary Meade, Alfred Ryder, Wallace Ford
Una, dos, tres, cuatro, cinco… hasta nueve obras maestras cuento en la filmografía de Anthony Mann. Grandísimo director (uno de mis directores preferidos) que en los cincuenta nos regaló unos westerns únicos y maravillosos pero que también en estos años cuarenta su aportación al género negro fue muy destacada como es el caso de esta excelente película.
Con una escasez de medios pasmosa pero con un gran oficio y apoyado en la excelente foto de John Alton (¡otra vez la fotografía!), Mann nos ofrece una historia seca y violenta, con su habitual estudio psicológico de los personajes. Un viaje al lado oscuro repleto de más sombras que luces, narrado en voz en off (recurso muy habitual de la época), acercándose al género documental y arrastrándonos por los bajos fondos de Los Ángeles y Detroit.
Es de esas películas en donde la luz se hace sublime. Deudora del mejor expresionismo asistimos a encuadres repletos de simbolismo, a escenas muy poderosas con un realismo y contraste muy definidas.
Intérpretes casi desconocidos (magnífico Dennis O´Keefe) que deambulan como siluetas, como sombras entre los distintos y excepcionales encuadres de Mann.
Con un ritmo vertiginoso, son muchos los momentos y escenas destacables de la película, pero por encima de todo existe una, la de la sauna, planificada de forma maestra. A todo buen cinéfilo seguro que le vendrá a la memoria otra escena muy similar en la más reciente Promesas del Este. Seguro que el gran David Cronenberg dio cuenta de esta pequeña obra maestra del enorme Anthony Mann. No os la perdáis.
THE LOST MOMENT (Viviendo el Pasado) 1947
Director: Martin Gabel
Guión: Leonardo Bercovici -Novela: Henry James-
Reparto: Robert Cummings, Susan Hayward, Agnes Moorehead, Joan Lorring
¡Qué poco o nada se conoce a esta película!
Seguramente parte de la culpa de este olvido sea a causa del nombre de su director, Martin Gabel. Un actor secundario que rodó muy pocas películas y que tuvo un paso muy efímero por la industria. Afortunadamente uno de sus trabajos fue dirigir esta maravilla.
Basada en un relato de Henry James (Los Papeles de Aspern) es otro de esos casos de películas guardadas en el cajón del olvido, esperando un rescate que la ponga en su lugar: una de las mejores muestras de cine fantástico de los años cuarenta.
The Lost Moment es puro cine B, pero de una manera diferente. Gabel dota a la historia de una elegancia maestra. El mimo de su realización destaca de manera admirable. Una puesta en escena barroca que sabiamente mezcla su carácter fantástico con el mejor romanticismo posible. Mientras la estamos viendo, de inmediato, acude a nuestra memoria la cima del romántico-fantástico, la genial obra maestra de William Dieterle, Jennie.
Película compleja, con una estupenda pareja protagonista, el desigual Robert Cummings y la potente y bella Susan Hayward, pero con un tercer intérprete que se apodera de toda ella: La Belleza.
Onírica e irreal, abocada al club “maldito” de la única obra de un director, The Lost Moment es un prodigio de sensibilidad. Delicada, envolvente, maravillosa.
MESHES OF THE AFTERNOON. 1943
Director: Maya Deren, Alexander Hammid
Guión: Maya Deren
Reparto: Maya Deren, Alexander Hammid
Por último una recomendación diferente. Un cortometraje.
Un brazo desciende lentamente sobre nosotros. Delicadamente posa una flor sobre el suelo. Una sombra se acerca y la recoge… Simbolismo y poesía, así comienza este fascinante viaje experimental de Maya Deren.
La película de tan sólo 14 minutos, es un onírico sueño en donde la cotidianidad, los objetos (la llave, el cuchillo…), se apoderan misteriosamente de la historia.
Como toda película experimental, Meshes of the Afternoon da lugar a todo tipo de interpretaciones. De una modernidad abrumadora es sin duda pieza referente de muchos realizadores. El maestro Lynch la cita como una de las fuentes de su obra. Es difícil no encontrar ecos de ella en su Mulholland Drive. Otro genio como nuestro Buñuel cayó fascinado ante la propuesta tan diferente (¡recordemos que estamos en 1943!) de Maya Deren.
Intentar explicar su historia sería complejo. Su particular surrealismo nos transporta a un mundo onírico de realidad y sueño en donde nada parece ser lo que es. Irrealidad, muerte y sexualidad.
Repleta de momentos mágicos, como esa entrada a los sueños, esa ventana a través del ojo de la mujer, es una película que dividirá a muchos. Para unos será un fascinante descubrimiento y para otros producirá el mayor de los rechazos. No es una propuesta fácil. Vanguardia o morir.
“Cuando hacemos referencia a Maya Deren, estamos adentrándonos en la génesis del Cine Independiente moderno” –John Cassavetes-
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Seguimos soñando en blanco y negro, próximamente el estallido del color.